A primera hora de la tarde, con un tiempazo inmejorable, pateamos toda la extensión de la playa de Somo,
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y con el apetito abierto, tomamos unas cañitas y comemos un sándwich en un local de entorno surfero y calidad mediocre ( no recuerdo ni anoté el nombre del garito, se ve que solo me quedo con lo bueno, “optimistic”)
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Nos instalamos en el NH cercano al aeropuerto y salimos a cenar al casco viejo de la metrópoli. En la zona nos gusta el bodegón “ Los Hijos de Florencio”, el local mola y la calidad de las tapas es eminente. Yo recomendaría el “solomillo con foie” y la “tosta de iberíco” (que hambre...). Cerca, en otro bodegón, saciamos el estómago con una ración de calamares megagenerosa. Y con helado de chocolate artesano en mano nos retiramos al hotel.
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