lunes, 31 de agosto de 2009

09 de agosto 2009

Empezamos el día visitando los silenciosos jardines y el templo de Meiji-jingu, construído en honor al emperador Meiji. Mola, relaja.
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Al otro lado de las vías del metro se encuentra la zona del consumismo de la cultura pop y del refinamiento total, Harajuku..
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Visitamos un centro cultural que nos encontramos callejeando el distrito. Se trata de un edificio muy peculiar compuesto por mini-boutiques, restaurante-bar, y pequeñas galerias de diseño gráfico y fotografía. Nos encanta.
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Reponemos fuerzas en un restaurante que nos sirven un arroz tres delicias con salsa de soja, y otro con bacalao y vegetales varios.
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A corta distancia de Harajuku se encuentra el distrito de Shibuya, caracterizado por ser el epicentro de la cultura joven de Tokyo.
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Es famoso el cruce de Shibuya con su marea humana liberada por la luz verde de los semaforos cada pocos segundos, y para verlo mejor pedimos dos expressos en la segunda planta de un Starbucks coffe que se encuentra en un lateral de la intersección.
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Veréis; preparados, listos...
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ya...!!!
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Echamos dos horas de siesta (el jet lag pesaba) y regresamos a Shibuya. Está anocheciendo y las calles van quedandose iluminadas por el neón de los comercios, imagenes de video clips emitidas por grandes pantallas que se alzaban sobre nuestras cabezas, y ostentosos paneles publicitarios. Se escucha música comercial japonesa a un volumen mas bien alto y el ajetreo de las calles sigue siendo impresionante, o mejor dicho, estresante.
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Cenamos en una terraza con sonido clubbing de fondo, y desde donde es posible seguir viendo desfilar a la gente, unos creps rellenos de huevo frito, jamón y queso, riquísimos, y una copa de helado terriblemente buena.
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A media noche, regresamos en metro al hotel.
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