01 de Abril del 2010.

Con tiempo, con sol y con el estómago saciado por un menú mediocre, llegamos a Loiu para cumplir con toda obligación requerida al viajero ántes de coger un vuelo; facturar, esperar, embarcar y seguir esperando...
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Más de los mismo en la T-4.

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Un viaje casi perfecto. Puntualidad, escasas turbulencias, equipaje localizado en su destino, y dos horas de vuelo sentado junto a unos desconocidos simplemente porque a la azafata del mostrador se le ocurrió situarnos al pequeñin y a mí de esa manera (cada uno en una punta del avíon).

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Pantxoa nos espera en el aeropuerto Treviso-Venecia, y para quien hasta ese momento resultaba ser un completo desconocido y viceversa, nos causa una muy buena impresión (después de convivir con él durante cinco días, simplemente se le puede definir como una excepcional persona).

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...e quando arriviamo a casa...

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...nos quedamos todos speachless.
Lujo y confort concentrado al cuadrado.

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Picoteamos unos embutidos de primera calidad, nos despojamos del equipaje y pasamos a conocer a Stephano que se encuentra en su estudio ensayando junto al resto de componentes de su banda unos temas rockeros que sonaban muy muy bien. (En ese momento, amigos de la pareja celebraban un cumpleaños).

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Además de músico y empresario, Stephano es autor de una colección de enormes cuadros realizados con cristales swarovski y hoy es el día que sus obras empiezan a tener una gran acogida por los galeristas del norte de italia.

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Después de ingerir unas copas, pastelitos y tener un primer contácto con el entorno de la pareja, nos retiramos a nuestros aposentos encantados por todo lo conocido hasta el momento.

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